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domingo, 15 de febrero de 2015

Superacion del duelo


 
SUPERACIÓN DEL DUELO

¿Qué es el duelo?

Llamamos duelo a la reacción adaptativa ante la perdida de un ser querido. Es un acontecimiento vital estresante de primer orden, considerándose que la muerte de un hijo o del cónyuge es la situación más estresante a la que el ser humano puede estar sometido. Este proceso de incorporar a la vida cotidiana, la ausencia definitiva de un ser querido, está claramente influido por la cultura, las creencias y las reglas sociales.

Durante este período, la persona debe liberarse de los lazos con la persona fallecida, readaptarse a la vida cotidiana sin esa persona, y establecer nuevas relaciones; modificar sus roles e identidad, y redirigir sus necesidades afectivas. Con frecuencia, se siente muy cansada, física y psíquicamente.

Tras el periodo de agonía del enfermo, y una vez superado el primer momento de shock y consternación, se puede decidir que el duelo consta de tres fases:

* La urgencia de recuperar a la persona perdida.
* La desorganización y tristeza.
* La reorganización.
Características del duelo:
  • Es un proceso dinámico y cambiante momento a momento , variable de persona a persona y entre familias, culturas, sociedades,...
  • Se relaciona siempre con mayor riesgo de la aparición de problemas de salud:
  • El riesgo de depresión en personas viudas, se multiplica por cuatro durante el primer año.
  • Casi la mitad de las personas viudas presentan ansiedad generalizada o crisis de angustia en el primer año.
  • Aumenta el abuso de alcohol y fármacos; la mitad de las viudas utilizan algún psicofármaco en los 18 primeros meses de duelo.
  • Entre un 10 y un 34 % de los dolientes desarrollan un duelo patológico.
  • Aumenta el riesgo de muerte, principalmente por eventos cardiacos y suicidio; los viudos tienen un 50% más de probabilidades de morir prematuramente, durante el primer año.
La población en duelo demanda un mayor apoyo sanitario, debido a la pérdida de sus redes de soporte social, y con ellas de muchos de los recursos clásicos para el doliente (familiares, religiosos, vecinos, amigos, compañeros de trabajo,...).

Es importante tener en cuenta los factores personales, sociales y familiares que pueden condicionar la aparición de una mala evolución del duelo. El duelo siempre va asociado a una serie de circunstancias, que actúan como predictores de riesgo, como son: causa y entorno de la muerte, personalidad y recursos psico-emocionales del doliente, ambiente socio-familiar, y el tipo de relación con el fallecido. Estas circunstancias pueden ser consideradas como normales, en el sentido de que no añaden por mismas dificultades a las ya propias del duelo, o por el contrario, pueden complicarlo enormemente.

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Podemos considerar predictores de malos resultados o de dificultades en la evolución del duelo, los siguientes:

* Las muertes repentinas o inesperadas; circunstancias traumáticas de la muerte (suicidio, asesinato).

* Las pérdidas múltiples; las pérdidas inciertas (no aparece el cadáver).

* La muerte de un niño, adolescente, (joven en general).

* Un doliente en edades tempranas o tardías de la vida.

* La muerte tras una larga enfermedad terminal.

* Un doliente demasiado dependiente; relación ambivalente con el fallecido.

* Una historia previa de duelos difíciles; depresiones u otras enfermedades mentales.

* Tener problemas económicos; escasos recursos personales, como trabajo, aficiones...

* Un escaso apoyo socio-familiar real o sentido; el alejamiento del sistema tradicional socio-religioso de apoyo en personas emigrantes.

El duelo es como un camino que hay que recorrer. Es un camino en el que el doliente tiene que aprender a vivir sin la persona que ha muerto. Este camino será muy largo y doloroso para unas personas y no lo será tanto para otraspero cada persona tiene que hacer su propio camino de duelo.

La mejor manera de ayudarle es acompañarle en su camino y respetar el tiempo que necesite para recorrerlo (que a veces le parecerá muy largo). El dolor que cada persona siente por la pérdida de un ser querido, usted no se lo puede evitar, tampoco una pastilla, ni el tratamiento con un especialista; aunque se puede aliviar con la compañía y compartiendo sus lágrimas, si las siente.
Evite siempre los tópicos, las frases hechas, los consejos no pedidos. Estos hieren muchísimo y dan la sensación de distanciamiento emocional con la persona que sufre. Se dice más y se ayuda más, con una mirada, una sonrisa, un apretón de manos o con un abrazo, que con una frase hecha.
La comprensión y cercanía emocional, favorecen la libre expresión de sentimientos. Compartir sentimientos proporciona gran alivio y no es para nada negativo. La comprensión y cercanía emocional, favorecen la libre expresión de sentimientos. Compartir sentimientos proporciona gran alivio y no es para nada negativo.
Los comentarios sobre el difunto, son con frecuencia repetitivos y se suelen centrar en los últimos momentos de su vida.. A pesar de que pueda resultar pesado, esta repetición proporciona alivio emocional y es un modo de “quitárselo de la cabeza”.

Sepa que el dolor de la persona en duelo puede expresarse en forma de enfado, de mal humor. No piense que es contra Vd., ni se sienta aludido por ello, ni impida su adecuada expresión ya que es indicativa de la tormenta interior que vive y su manifestación puede ser buena.

Es frecuente que a lo largo del camino de duelo, los estados de ánimo varíen, a veces en relación a aniversarios, fiestas, cumpleaños..., otras veces ni se sabe. Esto no indica que se encuentre peor, es parte del proceso.

No manifieste estar violento ante las lágrimas, ni exprese comentarios que las sofoquen. El llanto no indica que se encuentra peor, es sólo un modo natural de aliviar la tensión emocional. No tenga miedo a compartir el llanto, será bueno para ambos, si es sincero.

Cuando se acompaña no siempre es necesario hablar. La compañía en silencio es mejor que la soledad.

Un abrazo a tiempo puede ser la mejor de las medicinas.

Tome usted la iniciativa, para estar. Sepa que la persona en duelo tenderá en muchos casos al aislamiento, por lo que hay que saber ofrecerle ayuda y anticiparse a sus necesidades.

Conviene que mantenga el contacto a lo largo del tiempo, y no lo limite sólo a las primeras semanas. Son preferibles las visitas cortas y frecuentes, que las prolongadas y distantes.

Pasados unos meses, fomente y anime cualquier iniciativa de reincorporación a las relaciones con familia, amigos, actividades sociales, religiosas… que mantenía antes y a proyectos de futuro.

Es comprensible que, a veces, se sienta Vd. impaciente, porque parece que no avanza, que siempre está con lo mismo, con su tristeza, su conversación repetida sobre los recuerdos, su vida centrada en el pasado... Recuerde que el ritmo de recuperación y tiempo que se necesita para superar la situación de duelo o al menos para conseguir una situación más satisfactoria, no es el mismo en todas las personas afectadas por una pérdida. Comprenda y respete las diferencias.

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